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jueves, 5 de octubre de 2017

ESPAÍN Y SU CARRIL BICI.


Érase que se era, hace mucho tiempo, un pueblecito pequeño al que llamaban Espaín; tenía algunas bicicletas, unas más grandes y otras más pequeñas. El alcalde, que por aquellos años era designado a dedo, por mucho tiempo, sin que nadie lo sustituyera, solo podía hacerlo el que lo nombraba. Este alcalde, no quería que las bicicletas circularan libremente por el pueblo, y obligaba transitar a los ciclistas a pie, abajo de la bicicleta; para pasear montados en ellas tenían que salir fuera de los límites de la localidad.
Había dos  que eran bastante díscolos, y para evitarse problemas, el alcalde decidió hablar con ellos en privado, proponiéndoles que si se dejaban de altercados y protestas les regalaría algunas ventajas...
Y así fue, durante mucho tiempo, a estos dos ciclistas, los municipales los dejaban pasearse por el pueblo a escondidas; el alcalde les regalaba bicicletas nuevas, mientras otros ciclistas se conformaban con unas más antiguas, y bastante deterioradas; claro, como no protestaban...
Pasaron los años, y estos dos ciclistas seguían con sus privilegios prestados, que con el transcurso del tiempo se fueron convirtiendo en derechos adquiridos.
Un día, el alcalde anciano murió, y el pueblo decidió elegir a un nuevo edil, esta vez por sufragio, democráticamente, aunque los votos de esos mismos dos ciclistas y su familia y amigos tuvieran más valor que los de los demás, gracias a una ley promulgada por un señor llamado D´Hondt, que no se qué coño pintaba en el pueblo de Espaín.
Pero bueno, así sucedió y así os lo estoy contando.
Avanzando en la historia de Espaín, llegó un momento en que había diecisiete bicicletas. Los conductores se reunieron un día con el alcalde recién nombrado; le pidieron insistentemente que cediera parte del terreno del pueblo para tener un carril bici en el que las diecisiete bicicletas tuvieran autonomía para circular. El edil, viendo que habían estado los ciclistas muy cohibidos durante mucho tiempo, decidió liberar fondos municipales para la construcción del carril.
La circulación en esa nueva vía era fluida, si bien dos de ellos, los de siempre, seguían queriendo tener más privilegios que los demás, y en poco tiempo empezaron de nuevo las reivindicaciones; y el alcalde, y los otros alcaldes que fueron viniendo cada cuatro años, compraban bicicletas nuevas para ellos, trajes de ciclista aerodinámicos, zapatillas especiales; y eso, daba lugar a que Euskatio y Catalino (que así se llamaban) siempre estuvieran por delante, dejaban detrás a los otros alegando:
- Es que pedalean poco, decían de los demás, por eso llegan después de nosotros; sin reconocer jamás que los medios que les concedían los alcaldes (quizá porque necesitaran los votos de los amigos de Euskatio y Catalino para poder acceder al poder) eran superiores a los de los demás y siempre partían con ventajas.
Pero un día de finales de verano de este año, Catalino, sin tener que ver nada con nadie, le espeta al alcalde que como hay amigos y simpatizantes que están de acuerdo en que él, con su bici, pueda circular por cualquier parte de la localidad,  a partir de ese seis de septiembre, circulará por el carril bici solo cuando le interese, pero el resto del tiempo se saldrá de ese camino unilateralmente, sin contar con el resto de los ciclistas; incluso se acercó a los pueblos colindantes que componían la comarca, para que los alcaldes presionaran al de Espaín y así conseguir lo que pretendía; no consiguió su objetivo.
El alcalde le advirtió, que una cosa era tener ventajas, y otra era salirse del carril bici por donde están obligados a circular por la ley que ellos mismos redactaron.
Y siguieron circulando por encima de la acera, cruzando los pasos de peatones, y el alcalde siguió advirtiendo,  y Catalino se negaba a circular por el carril, por donde paseaban todos los demás ciclistas, caso de que no le interesara hacerlo.
Había tres municipales en el pueblo, Mossés, Poli y Guardiano; Mossés era familia de Catalino, y a ese, precisamente a ese, el alcalde lo envió a impedir que Catalino circulara de esa forma; como era de esperar, Mossés solo advirtió tenuemente a Catalino de su errónea actitud, y éste siguió adelante con su reto a la alcaldía.
El edil, tuvo que acudir a Poli y Guardiano para que impidiera este atropello; y bueno... Cuando uno quiere y el otro no, el enfrentamiento es inevitable; amigos y familiares de Catalino tuvieron lesiones, Poli también, otros se hicieron fotos trampa para repartirlas por los pueblos de alrededor buscando apoyo a su causa.
Y Catalino, animado por sus amigos y familiares, ha declarado en la radio local, que a partir del lunes dejará definitivamente de circular por el carril bici, en contra de la opinión del resto del pueblo.
No se si Espaín seguirá teniendo diecisiete bicicletas, tampoco se si a  Euskatio y algunos más, se les vendrá a la cabeza circular a su libre albedrío también.
Lo cierto y verdad, es que si cada uno hace lo que quiere, sin respetar las normas establecidas, este pueblo sería como un partido de fútbol en el unos juegan con el pie y otros con las manos y nadie hace nada, ni el árbitro suspende el partido.
El futuro de Espaín será incierto si Catalino no se dirige al Ayuntamiento circulando por el carril bici, para solicitar que este sea: ampliado, asfaltado de nuevo, alargado o pintado con los colores amarillo y rojo en rayas finas; y por supuesto, que esas ventajas puedan ser utilizadas por todos los ciclistas del pueblo, el futuro será incierto.
Parafraseando a un gran comunicador...
Así lo he visto, y así os lo he contado.

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